TOMÁS WHEELER

Autor: Tomás Wheeler
Título: Convalecencia en la isla. Otros cuentos y relatos breves.
Género: Literario. Cuentos. Relatos.
Colección: Mester de juglaría
Formato: 21 x 15 / 180 pág.
ISBN: 978-987-1159-77-2
Edición: Agosto 2010
Observaciones: Un par de cuentos largos (¿o nouvelles?), una decena de cuentos cortos y otros tantos artículos componen este tercer libro editado de Tomás Wheeler. Son obras que muestran el andar y meditar del autor por la senda de los grandes escritores, cuya sombra tutelar acompaña su escritura.
Los artículos de Notas breves, de realización más actual nos permiten encontrarnos con un autor que manteniendo su preocupación vital y social tiene un mayor dominio de su instrumento, y un sólido bagaje literario detrás… muchas obras leídas, masticadas, procesadas y convertidas en material de reflexión, ya que si la poesía reside en su alma de escritor, la filosofía orienta su mirada sobre el mundo.
Lecturas, meditaciones, amor por la escritura, todo confluye para enriquecer la obra de Tomás Wheeler, de la misma manera que la lectura de sus textos enriquecerán al lector de los mismos. […]
[LAG en la contratapa. Fragmento]


[…] Estoy capturando el pasado a través de reminiscencias vagas de la niñez. Mi madre hablaba de ti como usurpadora de su cariño. Decía que mi padre te evitaba trabajos. Eras demasiado joven y hermosa para que la sucedieras en su destino de preñeces y pariciones. «Tan bella es que parirá ángeles» decía a mi padre.
Aquel singular acontecimiento de tu casamiento y mi bautismo en el mismo altar, no fue un buen sino. Mi madre no quería hablar de aquel día, pero finalmente me lo relató: «Todos fueron en los botes a Ibicuy. Tu padre llevó en el suyo a Antonia en traje de novia. El cantaba feliz –le gustaba cantar y lo hacía bien–. Yo tuve que aguardar aquí con las vecinas para el festejo. Había amanecido neblinoso y presagiaba un buen día, un día feliz. Los vimos regresar. El bote de tu padre muy adelante de los otros, con los recién casados y contigo, siempre en brazos de Antonia. Habíamos adornado la pérgola con guirnaldas y flores de papel. Una ráfaga de viento inesperado se las llevó. Las mujeres corrieron tras ellas. No me preocupó eso, ni el rio cambiante que a esa hora del mediodía se había puesto malo. Tan feliz me sentía viéndolos acercarse al amarradero que no reparé en nada. Tu padre saltó el primero y recibió a Antonia que te sostenía apretado contra su pecho. Debió perder el equilibrio y gritó asustada. Entre ambos la sostuvimos y la maniobra me hizo perder el cabo que cayó de mis manos al rio. El bote quedó al garete, llevado por la correntada descendente. El flamante esposo, sonreía dejándose llevar como si fuera una diversión. Tu padre le ordenó que tomara los remos, pero el muchacho inexperto se levantó para alcanzar la popa, haciendo que el bote diera una vuelta del de campana. Ya arrebatado por la corriente, el bote se perdió. Tu padre quitándose la ropa se arrojó al agua para rescatar al muchacho que braceaba sin fuerzas. Lo vimos una vez, dos, tres, hasta que desapareció. Tu padre ganó la orilla y lo socorrimos en tanto que algunos vecinos lanzaron sus lanchas y canoas tras el perdido. Sólo recogieron alguna ropa, un cesto y los remos. […]

Seguidores