Autor: Luis José AstolfoTítulo: Sueltos de mi vida. Una historia diferente
Género: Historia sindical
Formato: 15x21
ISBN: 978-987-1159-90-1
Edición: Diciembre 2010
Observaciones: En estas páginas, Luis Astolfo nos hace viajar desde la década del 60, en la que creíamos que todos nuestros sueños se iban a concretar, hasta la década del 90, en la que la traición menemista terminó de entregar «las joyas de la abuela» a la rapiña ultra liberal; pasando por la nefasta etapa de la dictadura más sangrienta de nuestra historia, la que precisamente con el asesinato de los mejores cuadros políticos y sindicales despejó el camino para facilitar la entrega del menemismo.
Hoy, en el segundo decenio del Siglo XXI la esperanza y la utopía continúan vigentes en gran parte del pueblo argentino y Luis nos muestra el camino de la organización y la lucha para llegar a ellas.
[…]
—Somos amplia mayoría. Y si no quieren compartir la conducción, es porque están en otra. –Y dirigiéndose a mí me dijo:– Vos no podés aceptar ser secretario general mutilado. ¿Para qué te quieren? Saben que no tenés contra y quieren usarte. ¡No lo vamos a permitir!
¡Y se armó el quilombo! Mucha bronca y poco análisis sustentaban la sal. Y nos estábamos yendo del objetivo principal: el interés y bien general de los trabajadores.
—¡Compañeros! Calmémonos y analicemos como seres inteligentes y trabajadores organizados, que esto es lo que somos. Creo que ninguno de nosotros que acepte ser miembro de la comisión directiva se deje manejar o quiera manejar. Tenemos estatutos y mandato de las bases que cumplir y a ellos nos remitiremos. Por otra parte, nadie va a imponernos candidatos. En la reunión con ellos esto lo discutiremos, y si no se llega a un acuerdo, presentaremos Lista propia. Esa es, al menos, mi posición.
Esto fue aceptado por unanimidad, y con ese mandato nos fuimos a la gran reunión.
[…]
—Somos amplia mayoría. Y si no quieren compartir la conducción, es porque están en otra. –Y dirigiéndose a mí me dijo:– Vos no podés aceptar ser secretario general mutilado. ¿Para qué te quieren? Saben que no tenés contra y quieren usarte. ¡No lo vamos a permitir!
¡Y se armó el quilombo! Mucha bronca y poco análisis sustentaban la sal. Y nos estábamos yendo del objetivo principal: el interés y bien general de los trabajadores.
—¡Compañeros! Calmémonos y analicemos como seres inteligentes y trabajadores organizados, que esto es lo que somos. Creo que ninguno de nosotros que acepte ser miembro de la comisión directiva se deje manejar o quiera manejar. Tenemos estatutos y mandato de las bases que cumplir y a ellos nos remitiremos. Por otra parte, nadie va a imponernos candidatos. En la reunión con ellos esto lo discutiremos, y si no se llega a un acuerdo, presentaremos Lista propia. Esa es, al menos, mi posición.
Esto fue aceptado por unanimidad, y con ese mandato nos fuimos a la gran reunión.
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