VIVIANA WALCZAK

Autor: Viviana Walczak
Título: Pecados ajenos
Género: Literario. Cuentos.
Colección: AntiBabelFormato: 15 x 21 cm / 144 pág.
ISBN: 978-987-1159-38-3
Edición: Septiembre 2007.
Observaciones: Tapa: Viviana Walczak / Prólogo: L.A.G.



Ludomiro y Clodovico
Más que la muerte es de temer la vejez.Juvenal
.....................Los dos amigos se reían a carcajadas. Sus risas eran francas y estrepitosas.
Ludovico y Clodomiro, estaban apoyados en la barra de un café, bebiendo cerveza helada, un sábado por la noche.
....................Escuchaban la suave música de fondo mientras se entretenían observando las tiernas miradas que se prodigaban las felices parejas de los asientos cercanos.
....................Hacía muchos años que disfrutaban de su indisoluble amistad. Las peripecias por las que habían transitado los habían unido tanto, cosa rara en los tiempos modernos, que estaban dispuestos a dar la vida el uno por el otro.
....................Habían recorrido un largo camino desde la infancia pueblerina. Después, ya mayorcitos, sus respectivas familias emigraron en busca de nuevos horizontes y ellos, dejaron de verse por más de una década.
....................Se reencontraron, inesperadamente, en la capital casados y con sus hijos. Desde ese momento, no volvieron a separarse. Tan amigos eran que las esposas comenzaron a llamarlos Ludomiro y Clodovico, intercalando, adrede, partes de sus nombres.
....................Con el tiempo, los vástagos de ambos, se dispersaron a otras latitudes y los dos camaradas enviudaron casi al unísono. Al quedar solos, se sostuvieron mutuamente. De vez en cuando, aunque peinaban canas y portaban abultados vientres, incursionaban en alguna pequeña correría amorosa, de la que por supuesto, luego se vanagloriaban, orgullosos, con sus setenta y tantos años a cuestas.
....................Ese sábado, reflexionaban risueños, recordando sus recientes aventuras y, la última, la comentaba Clodovico, muy animado:
—Como te comentaba, la perseguí durante algunos días hasta que la mujer, accedió y me invitó a su departamento. Después de tomar unas copas apagamos la luz y, te puedo asegurar que, en la euforia pasional... ni se percató de mi pierna ortopédica...
—Me haces acordar cuando, el año pasado, tuve un idílico encuentro con la supervisora del mercadito... Me elogió el color de los ojos, sin darse cuenta que uno era artificial –dijo Ludomiro, intentando superar la maratónica incursión amatoria del compañero.
—Al principio, me acomplejaba mi calva –interrumpió Clodovico– pero luego, me consolé pensando que, adonde iré, el pelo no me servirá para nada...
—Nunca lo había pensado de esa manera, –rió con gusto Ludomiro, quien después de una breve pausa, preguntó:
—Siendo así, ¿por qué extrañamos lo que no tenemos si todo se lo comerán los gusanos?
—Te lo dije amigo, al fin de cuentas, somos dos afortunados... –aseveró, Clodovico.
....................Entonces, elevando su jarra de cerveza y chocándola con la de su compañero, Ludomiro, agregó eufórico:
—¡Salud hermano...! ¡Brindemos por lo que todavía nos sobra!

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