LAURA GARRIGÓS

Autor: Laura Garrigós
Título: Cuentos para el asombro
Género: Literario. Cuentos.
Colección: Ugarit
Formato: 15 x 21 cm / 140 pág.
ISBN: 978-987-1159-58-1
Edición: Agosto 2009
Observaciones: Su primer libro Laura Garrigós lo dedicó a su gran amor, el teatro; esta segunda obra reúne parte de otro de sus amores: el cuento.




La palabra

[…] Se siente perdido. Piensa que quizá Maruja, la hija del doctor, se entere y haga lo imposible para liberarlo, sin embargo se da cuenta de que es algo improbable.
Recuerda cómo lo había buscado y cómo él había tratado de hacerle entender lo riesgoso de esa relación, hasta que al final triunfó ¿el capricho? ¿la atracción? La había llevado a un hotel alojamiento, elegido por ella, pues era su dinero. Ya hacía dos meses. Dos o tres veces por semana. Comprendía que era una relación sólo de piel. Casi no hablaban. Juntaban los cuerpos como dos fieras deseosas de destruirse, jadeaban, gritaban, se mordían, en esa destrucción hallaban el mayor placer, sentían una fuerza extraña a ellos mismos que los manejaba frenéticamente. Sin embargo, no bien salían del hotel, otra vez ella era la señorita Ramírez Ugarte y él su chofer. Como si no hubiera pasado nada. Esos dos que dentro de esas cuatro paredes se enloquecían no fueran estas dos personas tan ajenas. Seguía respetándola y dirigiéndose a ella como la hija del doctor. Nunca una mirada que los traicionara, nadie podría imaginar el acoplamiento carnal profundo que había entre ellos. Sabía que Maruja –nunca la había llamado así, sólo para sí mismo– lo necesitaba. Él también esperaba esos momentos. Pero intuía que habría otros hombres que le dieran igual o mayor placer que él. No creía que alguien estuviera enterado de esas relaciones. Sólo recordaba que dos semanas atrás, al ir a tomar el ascensor en el hotel, bajaba otra pareja y Maruja dio vuelta la cara. Cuando le preguntó, ella le dijo que el que estaba en el ascensor era un amigo del padre con quien este jugaba al póquer, que esperaba no la hubiera visto. Andrada reconoció entonces al Dr. Zavaleta, al que varias veces había llevado a su casa. […]

Seguidores